Las ventas minoristas caen un 1,3% a medida que los consumidores pasan de bienes a servicios. Sin embargo, a más venta de servicios, más rentabilidad y más empleo.
Como decíamos, el porcentaje de venta minorista cayó casi un punto y medio debido a que el consumidor medio empieza a lanzarse más hacia los servicios. Este dato es de mayo de este mismo año, y a primera vista puede no parecer tan importante o interesante. Sin embargo, quizás se deba considerar cómo este dato refleja los cambios importantes en la economía posterior al COVID-19.
Más venta de servicios, más rentabilidad y más empleo
¿Qué está pasando? La gente está pagando menos por las cosas, como pantalones de chándal, y más por experiencias, como cosas que no deberías hacer con un pantalón de chándal. Esto es lo contrario de lo que sucedía en la pandemia (durante los confinamientos), cuando la gente sólo hacía que comprar cosas, como papel higiénico en cantidades industriales.
Para ilustrar esto, las ventas de restaurantes han eclipsado las ventas de comestibles por primera vez desde marzo del año pasado.

Un menor gasto en bienes y un mayor gasto en servicios podrían traer un mejor equilibrio a la economía actual, que falta le hace. El aumento en la demanda de productos físicos el año pasado provocó que las cadenas de suministro tuvieran graves problemas. Esto, a su vez, elevó los precios para el consumidor.
Además, al aliviar la presión sobre las cadenas de suministro, un mayor gasto en servicios significa que las personas finalmente disfrutan de experiencias que no pudieron disfrutar durante la pandemia, como por ejemplo las vacaciones o la música en directo.
En pocas palabras: el gasto del consumidor se ha recuperado de la recesión de 2020. Sin embargo, los cheques de estímulo a la economía, los cuellos de botella de las cadenas de suministro y las reaperturas de empresas están empañando el panorama a largo plazo.