La sociedad parece no estar preparada todavía para las Smart Cities, según las encuestas. Casi la mitad de los estadounidenses se sienten incómodos con la idea de vivir en una ciudad inteligente. Se trata de un lugar donde las redes eléctricas, semáforos y otros componentes de la infraestructura están conectados a Internet. Estos son los resultados de una encuesta llevada a cabo por Axios-Momentive.
Las ciudades han adoptado la tecnología inteligente a trompicones. Se sienten atraídas por la promesa de mejores servicios para los ciudadanos. Sin embargo, temen el gasto y la posibilidad de violaciones de seguridad y privacidad.
Hasta ahora, la pieza más popular del ecosistema de una smart city parecen ser los dispositivos de micromovilidad: redes compartidas de e-scooter y similares.
La sociedad parece no estar preparada todavía para las Smart Cities, según las encuestas
Casi la mitad de los 2.553 adultos encuestados (46%) dicen que están preocupados por las ciudades inteligentes. Un 19% dice que «no se sienten cómodos en absoluto» con esta idea.
Las personas más jóvenes tienen un nivel de comodidad ligeramente más alto, con un 59% de personas entre 18 y 34 años que respaldan las ciudades inteligentes. Esto se enfrenta al 51% de los encuestados en general.
Los demócratas son mucho más propensos que los republicanos a decir que se sienten cómodos viviendo en una ciudad inteligente (64% frente al 39%).

La tecnología de las smart cities puede incluir muchos componentes distintos. Esto va desde estaciones de carga de vehículos eléctricos y servicios de ciudad online hasta sistemas de estacionamiento inteligente. En los EE.UU., las iniciativas de ciudades inteligentes apenas empiezan a obtener aprobación o a dar frutos.
Cuando se trata de dispositivos de micromovilidad, como scooters electicos, patinetes y bicicletas, tres cuartas partes de los encuestados están felices con tenerlos. Esto es cierto entre todos los adultos, independientemente de la raza, sexo o edad. Es menos probable que los republicanos apoyen la colocación de dispositivos de micromivilidad que los demócratas. Sin embargo y sin importar su afiliación política, muchas menos personas han probado estos dispositivos.
Las ciudades han estado permitiendo con cautela que empresas como Bird, Lime o Veo establezcan redes de scooters compartidas. Tienen resultados mixtos.
Han llegado quejas sobre problemas de seguridad y scooters abandonados y tirados «por ahí». La actitud es rotundamente favorable hacia estos sustitutos de los automóviles y esto es un buen augurio para su poder de permanencia.