La pandemia provocó un enorme aumento en la telemedicina: proveedores que tratan a los pacientes a través de comunicaciones remotas, como videoconferencias. A menudo se afirma que la telesalud reducirá los costes y aumentará la calidad de la atención. Se podría decir que el COVID-19 ha sido el empujón definitivo a la telemedicina.
Muchos se preguntarán si realmente existen datos que respalden estas afirmaciones, como encuestas que indiquen que la gente realmente quiere la telemedicina en sus vidas. No son malas preguntas, desde luego.
La respuesta que daremos tiene varias partes. La telesalud convencional es demasiado nueva para medir su impacto eventual en el coste y la calidad. Sin embargo, podemos intuir algunas posibilidades. Preguntar a la gente hoy si quieren telemedicina en el futuro no tiene mucho sentido. Es como preguntarle a alguien de 1995 si quiere un iPhone. Reducir los costes no es, necesariamente, lo mismo que reducir gastos.
Las posibilidades de reducción de costes con la telemedicina son muchos. Los médicos que atienden a los pacientes a través de pantallas, necesitan menos instalaciones físicas y personal más reducido que los que atienden a pacientes en persona. Los médicos de telemedicina pueden vivir en zonas de bajo coste y seguir prestando servicios en regiones de alto coste sin desplazamientos. Con acceso las 24 horas, los pacientes pueden buscar un tratamiento más temprano. Esto significa una solución económica ahora en lugar de una solución más costosa en adelante (sobre todo en países donde la medicina privada impera).
El COVID-19 ha sido el empujón definitivo a la telemedicina
En cuanto a la calidad, el año de la pandemia en EE.UU. ha mostrado áreas de tratamiento como la salud del comportamiento (o la mental, que es distinta), donde la atención remota puede ser incluso mejor que la atención personal. Sin embargo, en cuanto a datos, si bien la telemedicina podría decirse que comenzó en la década de 1970, hasta 2020 ha sido un pequeño servicio de nicho.
¿La gente querrá más telemedicina en el futuro? Podemos buscar pistas en las tendencias de las empresas de IT más grandes. El CEO de Apple, Tim Cook dijo lo siguiente. «Todo nuestro papel en la vida es darte algo que no sabías que querías. Después, una vez que lo tienes, no puedes imaginar tu vida sin él».
En 1940, a muchos estadounidenses no les gustaba la idea de marcar sus propias llamadas. Muchos temían que la tecnología de marcación con rueda fuese demasiado compleja y confusa. Es por eso que Bell Telephone System produjo un anuncio de 20 minutos de vídeo para calmar los nervios. Por supuesto, en cuanto se instalaron los teléfonos de marcación rotativa, prácticamente nadie quería volver a un telefonista que le preguntase aquello de «¿Número, por favor?»
A finales de la década de los 90, dos empresarios mostraron a un líder empresarial un producto que estaban desarrollando. Dijeron que combinarían un teléfono móvil con un navegador de Internet, un bloc de notas y un calendario. La reacción de ese líder fue de desconcierto. Pensó que nadie querría tener todo eso en un dispositivo funcionando tan bien por separado. Esos dos empresarios estaban mostrando nada más y nada menos que una BlackBerry, a la que pronto millones de personas se volvieron adictos. Antes de que BlackBerry estuviese realmente en el mercado, una encuesta preguntando si alguien querría algo así no hubiera tenido sentido alguno.
Con la IT como ejemplo, se entiende mejor la tendencia de la telemedicina
Con los próximos avances en telemetría y diagnóstico remotos, bases de datos de población e inteligencia artificial, la telesalud de 2046 será tan distinta a la de ahora como lo es un iPhone 12 de un teléfono plegable de mediados de los 90. La percepción de los pacientes y proveedores de telemedicina ya ha experimentado un cambio radical desde que comenzaron los problemas con el COVID-19.
Por último, es fundamental comprender que, si bien la telesalud probablemente reducirá los costes unitarios del tratamiento, de ninguna manera esto asegura que reduzca el gasto público en atención médica. Volviendo a la IT, durante los últimos 50 años, el coste de la potencia informática probablemente ha caído más rápido que el coste de cualquier otro bien en la historia de la humanidad. La potencia informática de un solo iPhone habría costado billones de dólares en la década de los 50 (realmente, en aquélla época ni se podía pensar en una potencia así). A pesar de la caída en este coste, gastamos más en electrónica que nunca. Estamos obteniendo mucho más por cada euro invertido, eso sí. Creo que la atención médica puede proceder de una manera similar. A medida que la tecnología reduzca el coste de mejorar la salud, podemos decidir colectivamente gastar incluso más de lo que gastamos actualmente.
Este será un viaje interesante, sin embargo, no preguntéis por estadísticas, encuestas o datos crudos porque no los vais a tener. Pregúntanos en unos años, a ver si teníamos razón o no.
